martes, 2 de septiembre de 2008

no me calientes, que me hundo

A veces tengo miedo de olvidarte.

Los días pasan y cambian las estaciones. Echas una mirada por encima del hombro y meditas sobre los pasos que has dado, las decisiones que has tomado... te enorgulleces y te arrepientes. Entonces sientes el remordimiento, te enfadas, te avergüenzas... para finalmente sonreír y suspirar, haciéndote cargo de todas las consecuencias que tus actos han tenido. Creo que eso es parte de lo que llaman madurez.

Hace dos noches alcé la mirada hacia el cielo nocturno, las nubes lo habían invadido con una tonalidad rojiza. Era una noche como lo eran las nuestras, era una noche mágica en la que el viento soplaba suave y con una frescura que anunciaba la pronta llegada del otoño. Nuestro otoño. Entonces lo supe: tengo miedo de olvidarte.

Recordé que la vida es sencilla, que no merece la pena caer en el debate entre la mente y el corazón. Recordé la receta para una tarde dulce: dos cucharadas de otoño, los últimos rayos de sol, una taza de té en la terraza y una chaqueta de lana para el frío. Dejar reposar una hora y contemplar las primeras estrellas de la noche.

A menudo olvido lo bonito que es el azul del cielo. A menudo olvido cuanto necesito el mar. A menudo olvido lo importante que es sentirme bien y caigo en el estrés y en el agobio del día a día entre edificios que no me dejan apreciar la belleza de la luna.

A veces tengo miedo de olvidarte.

viernes, 30 de mayo de 2008

ábreme el pecho y registra

Las personas pasan a velocidad de vértigo por la vida como sonrisas pasajeras. No te detienes ni un instante.

Caminas por el día a día y encuentras una sonrisa que te gusta. La observas, la devuelves, te interesa. La conoces, o crees querer conocerla. Y en la siguiente curva, la olvidas por una sonrisa mejor. La vida es un desechar.

Buscamos la perdurabilidad. Ansiamos la eternidad. Nos refugiamos en el recuerdo. Deseamos permanecer intactos en la memoria.

La gran ironía: recorres el mundo en busca de quien te complete, es el sueño. Los que nos rodean no son lo suficientemente divertidos o serios, racionales o irracionales, escandalosos o callados... Cogemos de aquí y allá lo que nos parece mejor, de un conjunto hacemos un único elemento. Y un día, se desvanece.

"Algún día encontraré a esa persona que me complete" no es más que una frase comodín. Te cansas de buscar y esperas que te encuentren.

La vida es fugaz, es solo una chispa. Pretendemos amistades eternas, amores inmortales... que no merecemos por egoístas. Queremos reconocimiento, queremos atención, queremos amor. Es el instinto irracional del ser humano en busca de la total devoción.

No comprendemos la soledad y por ello se la odia y se la teme. Y es el único sentimiento que te comulga contigo mismo. Es ese momento en tu vida en el que realmente, eres tú mismo. ¿Nos tememos a nosotros mismos?

No soy más que una neblina insustancial, irracional y caótica. Lo que otros han legado en mí me ayuda a ordenarme de cara a los demás. Y entonces, me doy cuenta de que la racionalidad no me abarca por completo. Lo que hay dentro de mí es demasiado grande para expresarlo a los demás. Pero eso también es egoísmo, ¿o es temor? Entonces me doy cuenta de que lo que busco en los demás es comprensión. El elogio de la locura.

Regresamos del mundo subconsciente a la realidad. La vida nocturna te ofrece otra oportunidad. Buscas entre la noche otra sonrisa a la que abrazarte hasta que llega el momento en el que te das cuenta de que las sonrisas pasajeras ya no te hacen vibrar. Hemos vuelto al irrefrenable deseo de la perdurabilidad. El equilibrio de la balanza.

Vemos día a día las relaciones que envidiamos, pero ninguna es real. No son más que el producto de un deseo similar al nuestro que incrementan nuestra ansiedad. La ansiedad a no quedarnos solos: a encontrar a la amiga perfecta, el amor destinado... y no son más que un producto social.

El ser humano posee un don único, un don que le permite soñar. Un don tan dual que es capaz de hacerte sentir tan feliz como desgraciado.

Somos un arma de doble filo.

lunes, 12 de mayo de 2008

en estado puro

He vuelto a sentarme en el rincón de mi habitación donde no da la luz, he agachado otra vez la cabeza entre las rodillas y he dejado el tiempo pasar. Mis pensamientos han cobrado forma entre las sombras de mi mente de mil maneras diferentes... y al final, concluyo con lo mismo; estoy sola.

Al despertarme mis padres y hermanos revolotean por la casa, no hay ni un segundo de paz entre todas las personas que entran y salen a lo largo del día. Los amigos, llaman, escriben, se pasan a verme. En la universidad, me esperan ellas... pero la concurrencia de gente en mi vida no consigue más que profundizar este sentimiento de soledad. Que no de desesperanza o de angustia existencial como muchos padecen; el sentimiento de la soledad forzada por la incomprensión, la incompatibilidad... o las exigencias. No, ese no es el sentimiento que albergo. Y se me hace raro escribir en primera persona... al hacerlo, se siente más cercano, de algún modo, personal. Como un secreto escrito a los ojos de otros.

He perdido, una vez más, la motivación en la vida. Tener las cosas claras, donde se encuentra el norte... nunca fue sinónimo de motivación, ¿verdad? Y será verdad que se debería dar una guía sobre la vida, no lo que es o como se vive sino... una recopilación de formas de no perder las ganas de vivir, o de seguir adelante. Y a esto se le llama divagar...

El reloj marca las 3:19 AM, mañana no me podré levantar, como siempre me pasa... es un inconveniente enorme que la mente se digne a trabajar solo de noche. Por que eso es lo que siempre he sabido que era, una hija de la noche. Amante fiel de la luna y confidente de las estrellas... compañera de baile de la brisa y hermana de los gatos... aunque sea algo que nunca me he atrevido a decir en voz alta. Pareciera que cuando lo escuchas, cuando una voz materializa los pensamientos y sentimientos... muchas veces... se vieran desvirtuados.

Necesito un aliento que me devuelva la vida. Aunque llevo tanto tiempo siendo independiente, queriendo ser única y tantas a la vez... que mis anhelos se han convertido en frustraciones y mi soledad, en mi mayor amiga.

xxx

Este texto, aunque incompleto, me sirve de desahogo. Me gustaría que si alguien quiere comentar algún tipo de "Ánimo" o "No te preocupes todo irá bien", que se abstenga, por favor. No es ese tipo de comentario el que necesito y es el que menos me gustaría leer.

Gracias por saber guardarme el secreto.


martes, 29 de abril de 2008

Sueños de metal

Recuerdo en la noche al observar el cielo que las estrellas que brillan, brillaban más entonces, cuando mi mirada, inocente e ingenua, se alzaba al anochecer espectante... esperando con ansias que las estrellas, por entonces hadas, me iluminaran con su belleza y escucharan mis sueños y esperanzas. Les conté que quería ser Princesa y vivir en un castillo blanco en medio de una colina de girasoles. Mis padres, los Reyes, serían bondadosos y cándidos, y todo el reino les amaría, al igual que a mi, la hermosa princesa de la que todos estarían prendados.

Con cada día que pasaba mi sueño se expandía... ya no era la Princesa de una villa, sino de un gran y próspero reino, y entre sus gentes, la conocí; su cabello era oscuro como la noche y sus ojos relucían con la luz de la luna. Su voz era suave y melodiosa, sus gestos, delicados... era la perfecta Princesa, era la Bruja de las Azucenas. Hoy no es más que un recuerdo lejano de una época mejor. Hoy no es más que el recuerdo de un amor prohibido que me llevó a ser Príncipe y Guardián, Caballero andante de una Princesa oscura. Olvidé mi sueño por una Princesa mejor convirtiéndome en Amazona, la eterna guerrera.

Al mirar atrás veo lo que no pude ver, tus ojos me engañaban, tus caricias me hirieron y tus besos me traicionaron. Me despojaste de mi sueño haciéndolo tuyo... y entonces yo también fui tuya, y me hiciste creer que te tenía... fui ingenua y romántica, no vi que no sabes amar, que tu corazón está vacío.

El tiempo me ha enseñado a olvidarte... y solo quiero que recuerdes, mi Princesa, que el odio que siento por ti no es más grande que mi amor.

sábado, 22 de marzo de 2008

La Ruleta de la Fortuna

Tú te quitas la ropa, yo me vuelvo majareta…

 

Tantas veces he oído esa frase en mi cabeza golpearme una y mil veces… una y mil veces…


Al mirarme en el espejo no veo más que un gesto pálido y demacrado por la noche. “Aprovecha las confusiones que ofrece la noche” dices. Pero a la hora de la verdad, te deshaces de la realidad, vuelves la mirada a la nada y me hablas de cosas que no me interesan… por que me interesas tú.

 

Y a pesar de todo; de aquellas noches en el baño entre risas y humo, te siento en mí. Quisiera poder tenerte, al menos, una noche. Sin embargo, el tiempo ha pasado, suficiente como para que me vuelva majareta pensando que vas a quitarte la ropa para mí.

 

Dices que son tuyas, que “todas” son tuyas. Te huelen, te buscan, te encuentran, te miran, te desean… tú me deseaste. Me guardaste hasta el último momento y me dejaste con la miel en los labios. El juego, el vicio, el morbo… es lo que te gusta. ¿Te gusto? ¿O es el juego que te doy? Son demasiadas las veces que lo he podido pensar, recapacitar, analizar, dictaminar…

 

Prohibido mirar el reloj.

 

Pero ya son las seis. Como siempre, esperando que regreses, me llames, me gire y te mire. Correr, besarte, abrazarte, tenerte, quererte, suspirarte…

 

Esnifarte; tu olor, tu sabor, tu fuerza, tu dulzura…

 

Y me duele pensarte y no tenerte.

 

Solo pido una noche más a tu lado. Volver a acurrucarme entre tu cuerpo desnudo. Sentir sobre mi piel el gemir de la tuya, y tu aliento, cálido, sobre mi boca.

 

No volverás. Te pedí que no volvieras.

 

La lluvia me acompaña esta noche y aunque quiera no podré acariciar la luna. 

viernes, 21 de marzo de 2008

El ejército de las Sombras

La luna llena observa, sentada en su neblinoso trono dicta el Destino del caminante sin rumbo. La brisa nocturna mece con arrullante suavidad las copas de los árboles, compañeros silenciosos de una marcha, de un Adiós, de los pasos de un viajeros sin vuelta atrás.

Corazón solitario y loco. Desbocada la melancolía recorre su alma, y su mente la surcan pensamientos dispares, ambiguos. No siendo más que un niño perdido, asustado, débil, sucio y desprotegido. Vulnerable a las macabras risas que se escabullen por entre el murmullo de la noche.

Todos somos ese niño, por siempre perdido en el oscuro camino de la vida. Desorientados, nos aferramos a una aparente estabilidad que se tambalea con cada vaivén, peligrando la frágil estructura. La gran ironía. Caminamos, nunca dejamos de caminar, nómadas, buscando un equilibrio que nunca llega. Por que somos cambio, somos viento, somos risas, somos más que recuerdo.

jueves, 20 de marzo de 2008

Puro Ritmo

Aquello del no saber cómo empezar.

De camino a casa y piensas. Piensas una y mil veces, en lo mismo, en derivaciones de eso mismo. Por una parte el corazón te tira, pero la cabeza te frena. Esa cabeza que lleva horas ausente, vaga, distraída, poco elocuente. Y a pesar de todo, es capaz de reprimir un corazón impulsivo, ardiente, indomable.

La dualidad del todo y la nada. La extrema humanidad y la extrema frialdad, el cálculo de la vida. La intensidad del momento contra la ambición de la eternidad. El sufrir versus la comprensión.

Te encontré una noche. Me miraste, me sedujiste y me conseguiste. No he llevado la cuenta, no se cuanto tiempo debe haber pasado. Lo importante, es que has vuelto a mi lado.

La primera noche me hiciste tuya, no aceptaste un NO. Con el tiempo, apaciguaste tu instinto y en las noches me abrazabas, me acariciabas. Ahora, siento que no eres mío. ¿Será por qué realmente tu corazón pertenece a otra? ¿Aquella a quién solo puedo envidiar ahora que el deseo es solo mío?

No es justo, y lo sabes. 

Y te ríes, me provocas, sigo tu juego y me abandonas.

No soy más que una mirada cómplice, una sonrisa pasajera, un beso prohibido, vedado... del que no quieres huir... que anhelas, que suspiras, que envidias, que deseas...

Pero cuando lo tienes, lo olvidas.

Entonces, vuelvo a casa inmersa en un mar de pensamientos neblinoso, espeso, confuso... no eres nada, ¿pero lo eres todo? Ni ahora, ni nunca... me engaño... por que esta noche, como otras... mi corazón late con fuerza, y en mi garganta se anuda el sentimiento de la desesperación... sabiendo, que a pesar del tiempo... nunca fuiste mío.

Eres puro ritmo, eres vaivén, eres brisa, eres vermut... eres una gloria perdida.

Pero recuerda, Genio y Figura.

domingo, 9 de marzo de 2008

La Vida después de Dios

El tiempo se descuenta de la hora final que amenaza con marcar el reloj. Los gruñidos de las agujas se ciernen sobre mis pensamientos dispersos y mis ojos, cansados, juegan a divagar entre la penumbra. Me cuesta tanto centrar la mirada, evitar que mis dedos tecleen, pensar embriagada por el aroma de la nostalgia en todo aquello.

El tiempo... extraño concepto el del tiempo, necesario para concebir la realidad que se nos impone por defecto y contra el que he desarrollado la fobia del paso del tiempo. Pero eso, es divagar demasiado. ¿O no? A fin de cuentas en un tiempo estuvimos juntos, aunque ha sido el paso del tiempo el que nos ha destruido. Latente causa de nuestro fin.

A mi alrededor toman forma momentos olvidados gracias al suave humo; odiabas este olor. Las palabras no dichas se apoltronan en mi garganta, sin dejarse salir. Ya es tarde para ellas. Y en mi corazón palpitan todavía las tuyas; a pesar de que mi cabeza las niega. Es tan extraño esta vez. El tiempo me ha dado la fuerza y la seguridad; no he vuelto a llorar cuando creí que por ti lo haría.

Y sin embargo, todavía recojo del suelo los pedazos de los sentimientos quebrados por aquel al que llaman Amor; acompañado siempre de la hermosa Locura y la efímera Felicidad. Entre lágrimas los recogí una y mil veces, esta vez, tan solo mi corazón te ha llorado. Y mis manos, firmes, van restaurando mi alma.

xxx

Y mi atardecer volverá a ser caoba, y la luna brillará en mi ventana. Aquella luna cómplice y compañera. Y el mar volverá a preguntar por ella a las estrellas, celoso de que una vez más, vuelva a ser mía.