Caminas por el día a día y encuentras una sonrisa que te gusta. La observas, la devuelves, te interesa. La conoces, o crees querer conocerla. Y en la siguiente curva, la olvidas por una sonrisa mejor. La vida es un desechar.
Buscamos la perdurabilidad. Ansiamos la eternidad. Nos refugiamos en el recuerdo. Deseamos permanecer intactos en la memoria.
La gran ironía: recorres el mundo en busca de quien te complete, es el sueño. Los que nos rodean no son lo suficientemente divertidos o serios, racionales o irracionales, escandalosos o callados... Cogemos de aquí y allá lo que nos parece mejor, de un conjunto hacemos un único elemento. Y un día, se desvanece.
"Algún día encontraré a esa persona que me complete" no es más que una frase comodín. Te cansas de buscar y esperas que te encuentren.
La vida es fugaz, es solo una chispa. Pretendemos amistades eternas, amores inmortales... que no merecemos por egoístas. Queremos reconocimiento, queremos atención, queremos amor. Es el instinto irracional del ser humano en busca de la total devoción.
No comprendemos la soledad y por ello se la odia y se la teme. Y es el único sentimiento que te comulga contigo mismo. Es ese momento en tu vida en el que realmente, eres tú mismo. ¿Nos tememos a nosotros mismos?
No soy más que una neblina insustancial, irracional y caótica. Lo que otros han legado en mí me ayuda a ordenarme de cara a los demás. Y entonces, me doy cuenta de que la racionalidad no me abarca por completo. Lo que hay dentro de mí es demasiado grande para expresarlo a los demás. Pero eso también es egoísmo, ¿o es temor? Entonces me doy cuenta de que lo que busco en los demás es comprensión. El elogio de la locura.
Regresamos del mundo subconsciente a la realidad. La vida nocturna te ofrece otra oportunidad. Buscas entre la noche otra sonrisa a la que abrazarte hasta que llega el momento en el que te das cuenta de que las sonrisas pasajeras ya no te hacen vibrar. Hemos vuelto al irrefrenable deseo de la perdurabilidad. El equilibrio de la balanza.
Vemos día a día las relaciones que envidiamos, pero ninguna es real. No son más que el producto de un deseo similar al nuestro que incrementan nuestra ansiedad. La ansiedad a no quedarnos solos: a encontrar a la amiga perfecta, el amor destinado... y no son más que un producto social.
El ser humano posee un don único, un don que le permite soñar. Un don tan dual que es capaz de hacerte sentir tan feliz como desgraciado.
Somos un arma de doble filo.
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