viernes, 21 de marzo de 2008

El ejército de las Sombras

La luna llena observa, sentada en su neblinoso trono dicta el Destino del caminante sin rumbo. La brisa nocturna mece con arrullante suavidad las copas de los árboles, compañeros silenciosos de una marcha, de un Adiós, de los pasos de un viajeros sin vuelta atrás.

Corazón solitario y loco. Desbocada la melancolía recorre su alma, y su mente la surcan pensamientos dispares, ambiguos. No siendo más que un niño perdido, asustado, débil, sucio y desprotegido. Vulnerable a las macabras risas que se escabullen por entre el murmullo de la noche.

Todos somos ese niño, por siempre perdido en el oscuro camino de la vida. Desorientados, nos aferramos a una aparente estabilidad que se tambalea con cada vaivén, peligrando la frágil estructura. La gran ironía. Caminamos, nunca dejamos de caminar, nómadas, buscando un equilibrio que nunca llega. Por que somos cambio, somos viento, somos risas, somos más que recuerdo.

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