jueves, 20 de marzo de 2008

Puro Ritmo

Aquello del no saber cómo empezar.

De camino a casa y piensas. Piensas una y mil veces, en lo mismo, en derivaciones de eso mismo. Por una parte el corazón te tira, pero la cabeza te frena. Esa cabeza que lleva horas ausente, vaga, distraída, poco elocuente. Y a pesar de todo, es capaz de reprimir un corazón impulsivo, ardiente, indomable.

La dualidad del todo y la nada. La extrema humanidad y la extrema frialdad, el cálculo de la vida. La intensidad del momento contra la ambición de la eternidad. El sufrir versus la comprensión.

Te encontré una noche. Me miraste, me sedujiste y me conseguiste. No he llevado la cuenta, no se cuanto tiempo debe haber pasado. Lo importante, es que has vuelto a mi lado.

La primera noche me hiciste tuya, no aceptaste un NO. Con el tiempo, apaciguaste tu instinto y en las noches me abrazabas, me acariciabas. Ahora, siento que no eres mío. ¿Será por qué realmente tu corazón pertenece a otra? ¿Aquella a quién solo puedo envidiar ahora que el deseo es solo mío?

No es justo, y lo sabes. 

Y te ríes, me provocas, sigo tu juego y me abandonas.

No soy más que una mirada cómplice, una sonrisa pasajera, un beso prohibido, vedado... del que no quieres huir... que anhelas, que suspiras, que envidias, que deseas...

Pero cuando lo tienes, lo olvidas.

Entonces, vuelvo a casa inmersa en un mar de pensamientos neblinoso, espeso, confuso... no eres nada, ¿pero lo eres todo? Ni ahora, ni nunca... me engaño... por que esta noche, como otras... mi corazón late con fuerza, y en mi garganta se anuda el sentimiento de la desesperación... sabiendo, que a pesar del tiempo... nunca fuiste mío.

Eres puro ritmo, eres vaivén, eres brisa, eres vermut... eres una gloria perdida.

Pero recuerda, Genio y Figura.

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