domingo, 25 de enero de 2009

no more voices

La neblina empaña mi mirada, de mis ojos caen silenciosas viejas lágrimas. Realmente llegué a pensar que no volvería a pasar, realmente llegué a prometerme que no pasaría. Duelen tanto las heridas que el amar deja... que incluso cuando te crees fuerte e invencible basta rozarlas para debilitarnos y hacernos empequeñecer.

Hemos llevado el instinto reproductivo a un nivel enfermizo. Dependemos no solo físicamente de la pareja, sino también psicológicamente y emocionalmente. Abarcamos dos planos más que el resto de los animales sobre la tierra. ¿Evolución?

No me gusta que te enfades conmigo. Detesto saber que me miras de esa forma por que te sientes decepcionado y herido. ¿Por qué? Por mi actitud. ¿Desde cuando te ha preocupado mi actitud? ¿Desde cuando has malpensado de mis compañías? ¿Por qué vuelves a preocuparte por mi?

Quise verte, pero no he podido. Siento un extraño alivio entremezclado con la pena de haberte dejado ir otra vez. Por que esta vez realmente siento que te he perdido. Pero no será así, ¿verdad? Siempre te quejaste de que era una exagerada, aunque te rieras con las historias que me gustaba contar.

Por que mañana serás el de siempre. Y me iluminarás con tu sonrisa, y creeré derretirme como la nieve. Y gozaré sintiéndome nieve.

Por qué duele tanto... sentirse así. Saber que me estoy traicionando a mi misma otra vez. Saber que todo lo que ya ha pasado volverá otra vez. Saber que la herida que mi corazón soporta volverá a crecer. Sabiendo que sin quererlo, me he enganchado a ti.

Pero tú no sientes lo mismo, ¿eh? Morbo, sentido del humor, chispa, inteligencia... pero no soy esa mujer. Esa mujer a la que envidiaré el resto de mi vida por haber terminado su vida contigo. Por haber conseguido que me olvides. Por haber conseguido que no sea más que un recuerdo.

¿Qué haré yo sin ti?

xxx neurótica

sábado, 17 de enero de 2009

xxx .o9

Todas las tiendas están cerradas, los semáforos parpadean en ámbar y el más mínimo ruido a tu alrededor te sobresalta. Estás alerta, espectante, paciente... caminas entre las sombras de la calle. El viento de medianoche arrastra las últimas ojas del otoño. El frío húmedo se cala en los huesos. Y tras de ti escuchas pasos misteriosos. Pero al volver la mirada por encima del hombro nunca ves a nadie.

Así nos sentimos y así somos cuando caminamos solos por la calle. Asustados, cohibidos, ansiosos por llegar.

xxx
caos

¿Cuántos desengaños puede soportar el corazón de una persona? ¿cuántas decepciones?

- Cuando mi corazón muera, te diré cuantas ha aguantado.

xxx pensamientos desubicados

martes, 2 de septiembre de 2008

no me calientes, que me hundo

A veces tengo miedo de olvidarte.

Los días pasan y cambian las estaciones. Echas una mirada por encima del hombro y meditas sobre los pasos que has dado, las decisiones que has tomado... te enorgulleces y te arrepientes. Entonces sientes el remordimiento, te enfadas, te avergüenzas... para finalmente sonreír y suspirar, haciéndote cargo de todas las consecuencias que tus actos han tenido. Creo que eso es parte de lo que llaman madurez.

Hace dos noches alcé la mirada hacia el cielo nocturno, las nubes lo habían invadido con una tonalidad rojiza. Era una noche como lo eran las nuestras, era una noche mágica en la que el viento soplaba suave y con una frescura que anunciaba la pronta llegada del otoño. Nuestro otoño. Entonces lo supe: tengo miedo de olvidarte.

Recordé que la vida es sencilla, que no merece la pena caer en el debate entre la mente y el corazón. Recordé la receta para una tarde dulce: dos cucharadas de otoño, los últimos rayos de sol, una taza de té en la terraza y una chaqueta de lana para el frío. Dejar reposar una hora y contemplar las primeras estrellas de la noche.

A menudo olvido lo bonito que es el azul del cielo. A menudo olvido cuanto necesito el mar. A menudo olvido lo importante que es sentirme bien y caigo en el estrés y en el agobio del día a día entre edificios que no me dejan apreciar la belleza de la luna.

A veces tengo miedo de olvidarte.

viernes, 30 de mayo de 2008

ábreme el pecho y registra

Las personas pasan a velocidad de vértigo por la vida como sonrisas pasajeras. No te detienes ni un instante.

Caminas por el día a día y encuentras una sonrisa que te gusta. La observas, la devuelves, te interesa. La conoces, o crees querer conocerla. Y en la siguiente curva, la olvidas por una sonrisa mejor. La vida es un desechar.

Buscamos la perdurabilidad. Ansiamos la eternidad. Nos refugiamos en el recuerdo. Deseamos permanecer intactos en la memoria.

La gran ironía: recorres el mundo en busca de quien te complete, es el sueño. Los que nos rodean no son lo suficientemente divertidos o serios, racionales o irracionales, escandalosos o callados... Cogemos de aquí y allá lo que nos parece mejor, de un conjunto hacemos un único elemento. Y un día, se desvanece.

"Algún día encontraré a esa persona que me complete" no es más que una frase comodín. Te cansas de buscar y esperas que te encuentren.

La vida es fugaz, es solo una chispa. Pretendemos amistades eternas, amores inmortales... que no merecemos por egoístas. Queremos reconocimiento, queremos atención, queremos amor. Es el instinto irracional del ser humano en busca de la total devoción.

No comprendemos la soledad y por ello se la odia y se la teme. Y es el único sentimiento que te comulga contigo mismo. Es ese momento en tu vida en el que realmente, eres tú mismo. ¿Nos tememos a nosotros mismos?

No soy más que una neblina insustancial, irracional y caótica. Lo que otros han legado en mí me ayuda a ordenarme de cara a los demás. Y entonces, me doy cuenta de que la racionalidad no me abarca por completo. Lo que hay dentro de mí es demasiado grande para expresarlo a los demás. Pero eso también es egoísmo, ¿o es temor? Entonces me doy cuenta de que lo que busco en los demás es comprensión. El elogio de la locura.

Regresamos del mundo subconsciente a la realidad. La vida nocturna te ofrece otra oportunidad. Buscas entre la noche otra sonrisa a la que abrazarte hasta que llega el momento en el que te das cuenta de que las sonrisas pasajeras ya no te hacen vibrar. Hemos vuelto al irrefrenable deseo de la perdurabilidad. El equilibrio de la balanza.

Vemos día a día las relaciones que envidiamos, pero ninguna es real. No son más que el producto de un deseo similar al nuestro que incrementan nuestra ansiedad. La ansiedad a no quedarnos solos: a encontrar a la amiga perfecta, el amor destinado... y no son más que un producto social.

El ser humano posee un don único, un don que le permite soñar. Un don tan dual que es capaz de hacerte sentir tan feliz como desgraciado.

Somos un arma de doble filo.

lunes, 12 de mayo de 2008

en estado puro

He vuelto a sentarme en el rincón de mi habitación donde no da la luz, he agachado otra vez la cabeza entre las rodillas y he dejado el tiempo pasar. Mis pensamientos han cobrado forma entre las sombras de mi mente de mil maneras diferentes... y al final, concluyo con lo mismo; estoy sola.

Al despertarme mis padres y hermanos revolotean por la casa, no hay ni un segundo de paz entre todas las personas que entran y salen a lo largo del día. Los amigos, llaman, escriben, se pasan a verme. En la universidad, me esperan ellas... pero la concurrencia de gente en mi vida no consigue más que profundizar este sentimiento de soledad. Que no de desesperanza o de angustia existencial como muchos padecen; el sentimiento de la soledad forzada por la incomprensión, la incompatibilidad... o las exigencias. No, ese no es el sentimiento que albergo. Y se me hace raro escribir en primera persona... al hacerlo, se siente más cercano, de algún modo, personal. Como un secreto escrito a los ojos de otros.

He perdido, una vez más, la motivación en la vida. Tener las cosas claras, donde se encuentra el norte... nunca fue sinónimo de motivación, ¿verdad? Y será verdad que se debería dar una guía sobre la vida, no lo que es o como se vive sino... una recopilación de formas de no perder las ganas de vivir, o de seguir adelante. Y a esto se le llama divagar...

El reloj marca las 3:19 AM, mañana no me podré levantar, como siempre me pasa... es un inconveniente enorme que la mente se digne a trabajar solo de noche. Por que eso es lo que siempre he sabido que era, una hija de la noche. Amante fiel de la luna y confidente de las estrellas... compañera de baile de la brisa y hermana de los gatos... aunque sea algo que nunca me he atrevido a decir en voz alta. Pareciera que cuando lo escuchas, cuando una voz materializa los pensamientos y sentimientos... muchas veces... se vieran desvirtuados.

Necesito un aliento que me devuelva la vida. Aunque llevo tanto tiempo siendo independiente, queriendo ser única y tantas a la vez... que mis anhelos se han convertido en frustraciones y mi soledad, en mi mayor amiga.

xxx

Este texto, aunque incompleto, me sirve de desahogo. Me gustaría que si alguien quiere comentar algún tipo de "Ánimo" o "No te preocupes todo irá bien", que se abstenga, por favor. No es ese tipo de comentario el que necesito y es el que menos me gustaría leer.

Gracias por saber guardarme el secreto.