A veces tengo miedo de olvidarte.
Hace dos noches alcé la mirada hacia el cielo nocturno, las nubes lo habían invadido con una tonalidad rojiza. Era una noche como lo eran las nuestras, era una noche mágica en la que el viento soplaba suave y con una frescura que anunciaba la pronta llegada del otoño. Nuestro otoño. Entonces lo supe: tengo miedo de olvidarte.
Recordé que la vida es sencilla, que no merece la pena caer en el debate entre la mente y el corazón. Recordé la receta para una tarde dulce: dos cucharadas de otoño, los últimos rayos de sol, una taza de té en la terraza y una chaqueta de lana para el frío. Dejar reposar una hora y contemplar las primeras estrellas de la noche.
A menudo olvido lo bonito que es el azul del cielo. A menudo olvido cuanto necesito el mar. A menudo olvido lo importante que es sentirme bien y caigo en el estrés y en el agobio del día a día entre edificios que no me dejan apreciar la belleza de la luna.
A veces tengo miedo de olvidarte.